domingo, 4 de febrero de 2018

Canción dulce, Leila Slimani

"El bebé ha muerto. Bastaron unos pocos segundos. El médico aseguró que no había sufrido. Lo tendieron en una funda gris y cerraron la cremallera sobre el cuerpo desarticulado que flotaba entre los juguetes. La niña, en cambio, seguía viva cuando llegaron los del servicio de emergencias. Se debatió como una fiera." 
Difícil comienzo, ¿verdad? La cierto es que este principio me aterrorizaba pero al mismo tiempo algo en él me atraía: sabía que debía leerlo. Por eso lo compré en la Feria del Libro de la Plaza Mayor.  Y he de decir que no me equivoqué. Empieza por el final porque lo importante no es el desenlace, sino cómo se llega a eso; cuáles fueron las señales previas. 
No es el crimen. Es el ambiente, es la tensión que se va sintiendo, es el horror dentro de lo cotidiano...
"La soledad actuaba como una droga de la que no sabía si quería prescindir. Deambulaba por las calles, como ida, con los ojos desencajados hasta hacerle daño. [...]Cada día se topaba con compañeros en le infortunio, que hablaban solos, dementes, mendigos. 
La ciudad, en aquellos tiempos, estaba habitada por locos."