Muchas veces las escapadas improvisadas son las que mejor resultan y este es un buen ejemplo de ello. Porque así, de un día para otro, decidimos irnos a pasar el fin de semana a Robledo de Chavela, un pueblo situado a 63 kilómetros de Madrid y que forma parte de la llamada Ruta Imperial, que es la que seguía Felipe II para llegar a El Escorial.
Nos acompañaron los abuelos, que debido a problemas de salud no han podido salir más lejos ni más días. Es decir, que se trataba, sobre todo, de hacer una escapada para ellos, para salir de la rutina y recargar pilas, que falta les hace.
Estuvimos tranquilos, disfrutando de la compañía y de la sensación de no tener nada que hacer salvo descansar.
Desde allí, atravesando el Puerto de la Cruz Verde, llegamos a El Escorial. Allí estuvimos dando un paseo por los alrededores, puesto que no teníamos ganas de entrar al monasterio y descubrimos los jardines de la Casita del Infante, Apenas había gente (al menos cuando fuimos nosotros) y tiene unas vistas preciosas por lo que los disfrutamos en condiciones.
Un fin de semana corto pero bien aprovechado, desde luego.